sábado, 13 de junio de 2009

Carta al Director El mercurio

El Mercurio. Cartas al Director

Cartas
Sábado 13 de Junio de 2009
Progresista

Señor Director:
Siento que he sido despojado de una palabra. A pesar de que durante muchos años he hecho lo posible, en la medida de mis fuerzas, por el desarrollo de mi país y he buscado lo que mejor y más rápidamente acreciente los valores éticos y el bienestar de mis compatriotas, parece que ahora no tengo derecho a ser "progresista", porque el uso de esta palabra ha sido usurpado por quienes no piensan como yo.
Puesto que "progresista" ahora tiene otros dueños y significa cualquier cosa, propongo a todos los que se sienten, como yo, privados del derecho a su empleo, que nos apropiemos del término "desarrollista" antes de que nos ganen el quién vive y ya no tengamos cómo llamar a nuestro anhelo y quehacer cotidiano por el bien de Chile y de las futuras generaciones.
JOSÉ A. SIMÓN M.

Lenguaje y Darwin

jueves, 23 de abril de 2009

Descubren Nuevo Lenguaje

A continuación, un interesante artículo de la Agencia EFE:


Descubren un lenguaje aún indescifrable en el valle del Indo

Descubren un lenguaje aún indescifrable en el valle del Indo Para poder descifrarlos, se necesitaría el equivalente de la famosa piedra Rosetta, la pieza clave que permitió a los estudiosos entender los jeroglíficos egipcios, según un científico de la Universidad de Washington.

Los símbolos hallados en losas y objetos de la civilización que habitó el valle del Indo hace más de 4.000 años son el código de un lenguaje de momento indescifrable, sugiere un estudio de matemáticos y científicos informáticos indios y estadounidenses.

Esos símbolos, hallados en pequeños sellos (piedras lisas), amuletos, objetos de cerámica y placas, siguen siendo un misterio hoy, y varios expertos han cuestionado que se trate de un lenguaje y afirman que son simples pictogramas religiosos o políticos.

Para poder descifrarlos, se necesitaría el equivalente de la famosa piedra Rosetta, la pieza clave que permitió a los estudiosos entender los jeroglíficos egipcios, según el científico de la Universidad de Washington Rajesh Rao, autor principal de un estudio publicado en la revista Science.

El equipo indo-estadounidense realizó un estudio estadístico por ordenador que comparó el orden de los símbolos -conocidos como "Escritura del Indo"- con varias manifestaciones lingüísticas, desde el inglés moderno hasta el antiguo sánscrito, y sistemas no lingüísticos.

"En este punto, podemos decir que la Escritura del Indo parece tener concomitancias estadísticas con las lenguas naturales", señaló Rajesh Rao, científico informático de la Universidad de Washington y autor principal del estudio.

La Escritura del Indo es conocida desde hace casi 130 años, "pero pese a más de 100 intentos aún no ha podido ser descifrada; sin embargo, se ha asumido siempre que codifica un lenguaje", señaló Rao.

El pueblo del Indo fue contemporáneo de las civilizaciones egipcia y mesopotamia y habitó el valle del río Indo en lo que es hoy el este de Pakistán y el noroeste de la India, desde alrededor de 2600 a 1900 a.C.

Ahora, Rao espera llegar aún más lejos en el estudio de esta Escritura para descifrar su código.

"De momento queremos analizar la estructura y la sintaxis de la Escritura para deducir sus reglas gramaticales", afirmó.

El científico espera que este tipo de información contribuya a descifrar el lenguaje si aparece en el futuro un equivalente de la piedra Rosetta.

sábado, 28 de marzo de 2009

Artículo Interesante

Artículo sacado de neofrontera.com

Las palabras menos usadas evolucionan más
Área: General — Lunes, 15 de Octubre de 2007



Dos estudios distintos proporcionan la base experimental que permite afirmar que la evolución de las lenguas se produce de manera similar a la de los organismos biológicos.

Según el primer trabajo los verbos en la lengua inglesa evolucionan y se homogenizan a un ritmo que es inversamente proporcional a su prevalencia, de acuerdo a un modelo matemático basado en muestras de literatura en inglés de los últimos 1200 años.
Según el segundo trabajo las palabras de más uso en diferentes lenguas indoeuropeas y de pronunciación similar tienden a conservarse durante más tiempo.
Martin A. Nowak, Erez Lieberman, Jean-Baptiste Michel y sus colaboradores de la Universidad de Harvard (EEUU) publican sus resultados en Nature. Según ellos, al igual que los genes y los organismos que los portan sufren la selección natural, las palabras, específicamente los verbos irregulares de la lengua inglesa no terminados en “ed” en su forma de pasado, están sometidos a una fuerte presión de selección que los regulariza en el “ecosistema lingüístico”. Han conseguido medir algo que no se creía que fuera posible medir, alcanzando un resultado bastante interesante.
El análisis matemático de la evolución lingüística revela que la conjugación de los verbos irregulares evoluciona de una manera regular y que se pueden elaborar predicciones sobre su forma futura.
Este grupo de investigadores está desarrollando las herramientas matemáticas necesarias para estudiar la dinámica de evolución del lenguaje. Antes se creía que una lengua era un sistema demasiado difícil y lioso como para ser estudiado por un modelo matemático, pero por lo ya visto se puede perfectamente cuantificar, y de manera satisfactoria, cómo una lengua cambia y evoluciona.
Había siete reglas sobre la conjugación de los verbos en el inglés antiguo que competían entre sí, siete de las cuales se han ido debilitando a lo largo del tiempo. Estos investigadores han encontrado que una de las reglas, la que añade el sufijo “ed” para el pasado simple y el participo pasado, contribuye a la evolución de los verbos irregulares regularizándolos según una regla matemática de evolución temporal precisa: los verbos irregulares se regularizan a una tasa que es inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su frecuencia de uso. Es decir, un verbo que se use 100 veces menos frecuentemente que otro evolucionará 10 veces más rápido. Y por el contrario un verbo de uso frecuente se hace más estable en el tiempo.
Para llegar a esta ecuación los investigadores siguieron la evolución de 177 verbos irregulares en la lengua inglesa desde el inglés antiguo de hace 1200 años hasta tiempos modernos. De esos 177 verbos que eran irregulares hace 12 siglos, 145 permanecían irregulares en el inglés de hace un tiempo, quedando sólo 98 en la actualidad. Entre los verbos que sufrieron la regularización se pueden mencionar help, laugh, reach, walk, y work (ayudar, reír, alcanzar, caminar y trabajar respectivamente). Por ejemplo, la forma para el pasado de help fue holp y no la actual helped.
Estos investigadores han calculado la vida media de los verbos irregulares que han sobrevivido para así predecir cuánto tiempo necesitarán para regularizarse. Para los de uso común como be y think (ser y pensar) obtienen una vida media de 38.800 y 14.000 años respectivamente, y por tanto esto hace pensar que nunca serán regulares. Sin embargo, para verbos de uso menos común como shrive y smite han calculado unas vidas medias de 300 y 700 años respectivamente y por tanto es de suponer que sucumbirán a la regularización.
El verbo que sucumbirá a esta regularización más pronto, según los autores, será wed. Nos quedan, por tanto, pocas ocasiones de ver newly wed (recién casados), ya que este verbo adoptará la forma en pasado wedded pronto.
Los verbos irregulares existentes representan los vestigios de reglas de conjugación abandonadas hace mucho tiempo. Lo nuevos verbos que aparecen en el inglés moderno como google entran a formar parte del idioma como verbos regulares.
Aunque sólo el 3% de los verbos ingleses son irregulares, diez de ellos son los verbos de uso más común: be, have, do, go, say, will, see, take y get. Pero otros tienen una frecuencia uso muy inferior. Estos investigadores calculan que 15 de los 98 verbos modernos irregulares dejarán de serlo en los próximos 500 años.

Por otro lado un estudio de la Universidad de Reading (UK) explica que las palabras en diferentes idiomas con similar pronunciación y que corresponden al mismo objeto (como agua en inglés y alemán: water y wassar) ponen de manifiesto cómo evolucionaron todas las lenguas indoeuropeas a partir de la lengua original hace entre 6000 y 10.000 años.
En este caso se examinaron 200 palabras de 87 lenguas indoeuropeas. El número de subclases de estas “palabras hermanas” variaba de sólo 1 cuando en todos los casos se pronunciaba de manera muy parecida, hasta las 46 subclases de pronunciar “pájaro”. Como ejemplo de pronunciación muy similar se puede mencionar la palabra “tres” que en hindi, ingles y alemán se pronuncian theen, drei y three.
Después los investigadores se concentraron en la frecuencia de uso de cada palabra en cuatro idiomas en concreto: inglés, español, griego y ruso. Encontraron que estas palabras tenían una frecuencia de uso similar en todos ellos incluso cuando palabras con el mismo significado se pronunciaran de distinta manera. De este modo las palabras más habituales en español también lo son en las otras lenguas. Esto indicaría que estas lenguas han heredado una frecuencia de uso indoeuropea.
Combinando los datos disponibles estos investigadores de Reading han determinado que se necesitan en promedio sólo 750 años para reemplazar las palabras de bajo uso y unos 10.000 años para que evolucione una nueva palabra que sustituya a las de uso más frecuente.

Se sabe que las lenguas están continuamente cambiando, y estos resultados “experimentales” son consistentes con los modelos teóricos sobre la evolución del léxico que había hasta ahora y que no estaban demostrados científicamente.
Ambos trabajos han sido realizados por científicos con una formación académica similar en ciencias biológicas y ambos llaman la atención sobre las similitudes entre el cambio en las lenguas y la evolución de especies biológicas.
Existe una teoría que mantiene que los aspectos culturales evolucionan de manera similar a los organismos biológicos, y que se retrotrae a lo que Darwin ya sugirió en “The descent of man”. Richard Dawkins retomó esta idea en 1976 para su concepto de “meme”, que sería un aspecto cultural de moda que se propagaría a sí mismo pasando de una mente a otra.
Existía, por tanto, esta idea general de evolución de aspectos culturales (la lengua es un producto cultural), pero hasta ahora se tomaba más como una metáfora que como un modelo realista. Estos resultados matemáticos experimentales nos dicen que esta idea es algo más que una metáfora. Lo difícil era mostrar el proceso de “selección natural” que afecta a las ideas o a la lengua.
El efecto de la frecuencia de uso es profundo para la supervivencia de una palabra. Esto sería análogo a la manera en la que los genes cruciales tienden a permanecer en el genoma a través de la evolución. Los genes importantes (palabras de uso frecuente en nuestro caso) tienen poca libertad a la hora de cambiar, pues su cambio dificulta la supervivencia del individuo que lo porta (dificulta la comunicación en el caso del lenguaje); mientras que los genes menos importantes tienen más libertad a la hora de cambiar y evolucionar.
No obstante, algunos autores afirman que la analogía, aunque puede ser útil, no es perfecta, y que la cultura es un sistema mucho más complejo que la genética.

Fuentes y referencias:
Nota de prensa de la Universidad de Harvard.
Quantifying the evolutionary dynamics of language.
Frequency of word-use predicts rates of lexical evolution throughout Indo-European history.

jueves, 26 de febrero de 2009

El trujamán
Miércoles, 12 de mayo de 1999


La responsabilidad del traductor

Por Alejandro Valero

Realmente hasta que uno no se enfrenta a la traducción de un poema no comprende la singularidad de este género literario. ¿Qué tiene la poesía que la diferencia de los demás géneros? ¿El verso? No siempre, pues existe la poesía en prosa. ¿El ritmo? La prosa también tiene ritmo. ¿La rima? Evidentemente sí, pero hoy día casi todos los poetas prescinden de ella. La respuesta me la ofreció indirectamente un poeta norteamericano cuya poesía traduje. Poeta complicado donde los haya, acumulé una serie de dudas que le presenté en una visita que realizó a España. Agradable y generoso (no como los autores que nombra Íñigo Sánchez Paños en esta misma sección), nuestro poeta no dudó en contestar a las intrincadas preguntas que le planteé respecto a sus poemas, y no le tembló la voz cuando me confesó que algunas de las dudas que yo albergaba también las compartía él. «Pon ahí lo que te parezca», me dijo. Y así fue como esclareció la madre de todas las dudas. A partir de entonces pude decir: «¡Ya sé lo que es la poesía! ¡Es el único género literario que puedes leer sin enterarte de nada! ¡Hasta los mismos poetas no entienden lo que escriben!».
Esto, que a los poco avisados podría parecerles una aberración, no es tal, y la sincera reacción de este poeta no hace sino corroborar lo que ya sabemos todos: que el discurso lógico está ausente de gran parte de la poesía contemporánea, y que muchos versos, incluso aquellos que creemos entender, poseen una gran variedad de sentidos y de implicaciones que escapan a la comprensión de sus autores. Por tanto, ante la ambigüedad deliberada del lenguaje poético, en algunas ocasiones el traductor de poesía no tiene más remedio que «poner lo que le parezca», y ahí es donde su labor de interpretación del texto cobra verdadera importancia. ¡Menuda responsabilidad la del traductor!
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Excelente artículo de Umberto Eco

A Rose by Any Other Name


By Umberto Eco
Translated by William Weaver

Guardian Weekly, January 16, 1994

There are writers who do not bother about their translations, sometimes because they lack the linguistic competence; some sometimes because they have no faith in the literary value of their work and are anxious only to sell their product in as many countries as possible.
Often the indifference conceals two prejudices, equally despicable: Either the author considers himself an inimitable genius and so suffers translation as a painful political process to be borne until the whole world has learned his language, or else the author harbours an "ethnic" bias and considers it a waste of time to care about how readers from other cultures might feel about his work.
People think an author can check his translations only if he knows the language into I which he is to be translated. Obviously, if he does know that language, the work proceeds more easily. But it all depends on the translator's intelligence. For example, I do not know Swedish, Russian, or Hungarian, and yet I have worked well with my translators into those languages. They were able to explain to me the kind of difficulties they faced, and make me understand why what I had written created problems in their language. In many cases I was able to offer suggestions.
The problem frequently arises from the fact that translations are either "source-oriented" or "target oriented," as today's books on Translation Theory put it. A source-oriented translation must do everything possible to make the B-language reader understand what the writer has thought or said in language A. Classical Greek affords a typical example: in order to comprehend it at all, the modern reader must understand what the poets of that age were like and how they might express themselves. If Homer seems to repeat "rosy-fingered dawn" too frequently, the translator must not try to vary the epithet just because today's manuals of style insist we should be careful about repeating the same adjective. The reader has to understand that in those days dawn had rosy fingers whenever it was mentioned.
In other cases translation can and should be target-oriented. I will cite an example from the translation of my novel Foucault's Pendulum whose chief characters constantly speak in literary quotations. The purpose is to show that it is impossible for these characters to see the world except through literary references. Now, in chapter 57, describing an automobile trip in the hills, the translation reads "the horizon became more vast, at every curve the peaks grew, some crowned by little villages: we glimpsed endless vistas." But, after "endless vistas" the Italian text went on: "al di la della siepe, come osservava Diotallevi." If these words had been translated, literally "beyond the hedge, as Diotallevi remarked," the English-language reader would have lost something, for "al di la della siepe" is a reference to the most beautiful poem of Giacomo Leopardi, "L'infinito," which every Italian reader knows by heart. The quotation appears at that point not because I wanted to tell the reader there was a hedge anywhere nearby, but because I wanted to show how Diotallevi could experience the landscape only by linking it to his experience of the poem. I told my translators that the hedge was not important, nor the reference to Leopardi, but it was important to have a literary reference at any cost. In fact, William Weaver's translation reads: "We glimpsed endless vistas. Like Darien," Diotallevi remarked..." This brief allusion to the Keats sonnet is a good example of target-oriented translation.
A source-oriented translator in a language I do not know may ask me why I have used a certain expression, or (if he understood it from the start) he may explain to me why, in his language, such a thing cannot be said. Even then I try to take part (if only from outside) in a translation that is at once source and target-oriented.
These are not easy problems. Consider Tolstoy's War And Peace. As many know, this novel -- written in Russian, of course -- begins with a long dialogue in French. I have no idea how many Russian readers in Tolstoy's day understood French; the aristocrats surely did because this French dialogue is meant, in fact, to depict the customs of aristocratic Russian society. Perhaps Tolstoy took it for granted that, in his day, those who did not know French were not even able to read Russian. Or else he wanted the non-French-speaking reader to understand that the aristocrats of the Napoleonic period were, in fact, so remote from Russian national life that they spoke in an incomprehensible fashion. Today if you re-read those pages, you will realize that it is not important to understand what those characters are saying, because they speak of trivial things. What is important is to understand that they are saying those things in French. A problem that has always fascinated me is this: How would you translate the first chapter of War And Peace into French? The reader reads a book in French and in it some of the characters are speaking French; nothing strange about that. If the translator adds a note to the dialogue saying en francais dans le text, it is of scant help: the effect is still lost. Perhaps, to achieve that effect, the aristocrats (in the French translation) should speak English. I am glad I did not write War And Peace and am not obliged to argue with my French translator.
As an author, I have learned a great deal from sharing the work of my translators. I am talking about my "academic" works as well as my novels. In the case of philosophical and linguistic works, when the translator cannot understand (and clearly translate) a certain page, it means that my thinking was murky. Many times, after having faced the job of translation, I have revised the second Italian edition of my book; not only from the point of view of its style but also from the point of view of ideas. Sometimes you write something in your own language A, and the translator says: "If I translate that into my language B, it will not make sense." He could be mistaken. But if, after long discussion, you realize that the passage would not make sense in language B, it will follow that it never made sense in language A to begin with.
This doesn't mean that, above a text written in language A there hovers a mysterious entity that is its Sense, which would be the same in any language, something like an ideal text written in what Walter Benjamin called Reine Sprache (The Pure language). Too good to be true. In that case it would only be a matter of isolating this Pure language and the work of translation (even of a page of Shakespeare) could be done by computer.
The job of translation is a trial and error process, very similar to what happens in an Oriental bazaar when you are buying a carpet. The merchant asks 100, you offer 10 and after an hour of bargaining you agree on 50.
Naturally, in order to believe that the negotiation has been a success you must have fairly precise ideas about this basically imprecise phenomenon called translation. In theory, different languages are impossible to hold to one standard; it cannot be said that the English "house" is truly and completely the synonym of the French "maison." But in theory no form of perfect communication exists. And yet, for better or worse, ever since the advent of Homo sapiens, we have managed to communicate. Ninety percent (I believe) of War And Peace's readers have read the book in translation and yet if you set a Chinese, an Englishman, and an Italian to discussing War And Peace, not only will all agree that Prince Andrej dies, but, despite many interesting and differing nuances of meaning, all will be prepared to agree on the recognition of certain moral principles expressed by Tolstoy. I am sure the various interpretations would not exactly coincide, but neither would the interpretations that three English-speaking readers might provide of the same Wordsworth poem.
In the course of working with translators, you reread your original text, you discover its possible interpretations, and it sometimes happens -- as I have said -- that you want to rewrite it. I have not rewritten my two novels, but there is one place which, after its translation, I would have gladly rewritten. It is the dialogue in Foucault's Pendulum in which Diotallevi says: "God created the world by speaking. He didn't send a telegram." And Belbo replies:"Fiat lux. Stop."
But in the original Belbo said: "Fiat lux. Stop. Segue lettera" ("Fiat lux. Stop. Letter follows.") "Letter follows" is a standard expression used in telegrams (or at least it used to be standard, before the fax machine came into existence). At that point in the Italian text, Casaubon said: "Ai Tessalonicesi, immagino." (To the Thessalonians, I suppose.) It was a sequence of witty remarks, somewhat sophomoric, and the joke lay in the fact that Casaubon was suggesting that, after having created the world by telegram, God would send one of Saint Paul's epistles. But the play on words works only in Italian, in which both the posted letter and the Saint's epistle are called lettera. In English the text had to be changed. Belbo says only "Fiat lux. Stop." and Casaubon comments "Epistle follows." Perhaps the joke becomes a bit more ultraviolet and the reader has to work a little harder to understand what's going on in the minds of the characters, but the short circuit between Old and New Testament is more effective. Here, if I were rewriting the original novel, I would alter that dialogue.
Sometimes the author can only trust in Divine Providence. I will never be able to I collaborate fully on a Japanese translation of my work (though I have tried). It is hard for me to understand the thought processes of my "target." For that matter I always wonder what I am really reading, when I look at the translation of a Japanese poem, and I presume Japanese readers have the same experience when reading me. And yet I know that, when I read the translation of Japanese poem, I grasp something of that thought process that is different from mine. If I read a haiku after having read some Zen Buddhist koans, I can perhaps understand why the simple mention of the moon high over the lake should give me emotions analogous to and yet different from those that an English romantic poet conveys to me. Even in these cases a minimum of collaboration between translator and author can work. I no longer remember into which Slavic language someone was translating The Name of the Rose, but we were wondering what the reader would get from the many passages in Latin. Even an American reader who has not studied Latin still knows it was the language of the medieval ecclesiastical world and so catches a whiff of the Middle Ages. And further, if he reads De Pentagono Salomonis he can recognize pentagon and Solomon. But for a Slavic reader these Latin phrases and names, transliterated into the Cyrillic alphabet, suggest nothing.
If, at the beginning of War And Peace, the American reader finds "Eh bien, mon prince... " he can guess that the person being addressed is a prince. But if the same dialogue appears at the beginning of a Chinese translation (in an incomprehensible Latin alphabet or worse expressed in Chinese ideograms) what will the reader in Peking understand? The Slavic translator and I decided to use, instead of Latin, the ancient ecclesiastical Slavonic of the medieval Orthodox church. In that way the reader would feel the same sense of distance, the same religious atmosphere, though understanding only vaguely what was being said.
Thank God I am not a poet, because the problem becomes more dramatic in translating poetry, an art where thought is determined by words, and if you change the language, you change the thought. And yet there are excellent examples of translated poetry produced by a collaboration between author and translator. Often the result is a new creation. One text very close to poetry because of its linguistic complexity is Joyce's Finnegans Wake. Now, the Anna Livia Plurabelle chapter - when it was still in the form of an early draft -- was translated into Italian with Joyce himself collaborating. The translation is markedly different from the original English. It is not a translation. It is as if Joyce had rewritten his text in Italian. And yet one French critic has said that to understand that chapter properly (in English) it would be advisable to first read that Italian draft.
Perhaps the Pure Language does not exist, but pitting one language against another is a splendid adventure, and it is not necessarily true, as the Italian saying goes, that the translator is always a traitor. Provided that the author takes part in this admirable treason.

Traducción de Posía

A continuación un interesante artículo de El Mercurio.

26 de Febrero de 2009

Traduciendo a Yevgueni Yevstushenko

Por Javier Campos*

El poeta chileno Nicanor Parra (nacido en 1914), y quien tiene ahora 95 años, a mediados de los 60, comenzó a traducir una antología de poesía rusa la cual se editó finalmente en 1971 en Chile bajo el título de Poesía Rusa Contemporánea. Quizás le interesó traducirla por recomendación de Pablo Neruda quien tenia a su vez una buena amistad con Yevstushenko que ambos comenzaron en 1964. Aquella amistad entre Neruda y Yevstushenko se estrechó aun más en el año 1967. Fue en aquel año cuando él fue invitado por Neruda a recorrer todo Chile leyendo poesía desde Antofagasta hasta tierra del Fuego. Tenia entonces 34 años y él ya era muy conocido en Rusia como también su famoso poema "Baby Yar" de 19961.

Esa fue mi primera entrada en la poesía rusa y la poesía de nuestro poeta que seguí leyendo desde aquellos años. Pero no sería hasta mayo de 2007 cuando lo conociera personalmente, y más aún, para sorpresa mía, allí en Guatemala, en Quezaltenango, en un Encuentro Internacional de Poesía, me pidió tradujera 20 poemas hasta ahora nunca traducidos al castellano que en estos momentos son el libro que presentamos hoy día aquí en Granada, Nicaragua, bajo el título: Caminando sobre el tejado. La traducción no la hice del ruso sino desde una versión ya existente en inglés.

Pero volviendo a Nicanor Parra y sobre la antología de esos 30 poetas rusos, donde por supuesto estaba Yevstushenko, hay algo interesante que tiene que ver con el proceso de la traducción que hizo Nicanor Parra desde otra lengua al castellano sin saber él ni una palabra de ruso pero cuyas versiones al español son lo mejor que he leído. Y él lo dice de esta manera, y que en cierto modo se parece pero se diferencia también de mi propia traducción. Así lo explica Nicanor Parra: "Traduje esa antología de poesía rusa sobre la base de una primera versión literal al castellano preparada por José Vento. Trabajé en Moscú durante el año 1964 contando con la colaboración de dos asesores lingüísticos Agustín Manzo y Vicente Arana."

Hay que destacar que esa antología fue una de las primeras que se publicaban en America Latina en 1971 y con una excelente selección de poetas que iban desde Alexander Blok, Mayakosvski, Serguei Esenin, Boris Pasternak, Anna Ajmatova, Marina Tsvetaeva, Yevgueni Yevstushenko, entre los 30 poetas rusos antologados allí.

Marco Antonio Campos, poeta mexicano, quien posee una bastísima experiencia en traducción de poesía italiana, francesa, alemana al castellano dice en su excelente trabajo "Poesía y traducción" de 1996, dice: "Como toda tarea fascinante y compleja, la traducción de la poesía es un aprendizaje que no termina nunca. Cada obra maestra, cada libro, es infinito en su traducción... Nadie ignora que lo ideal es traducir sólo lo que nos deleita o interesa. Traducir poesía conlleva muchas inseguridades, se interroga, se consultan diccionarios, se revisa, se compara el texto con traducciones de la obra, si las hay, en otros idiomas o en el suyo propio, se reposa el texto, se vuelve a corregir. Y al final se da a una o a dos personas que tengan como lengua materna el poema a la lengua que se tradujo para llenar huecos y borrar manchas. Desde luego esas personas deben tener asimismo una sensibilidad poética."

Otro punto interesante que menciona Marco Antonio Campos es que "...traducir un poema es transformar, en este caso al español, los varios o múltiples sentidos y los varios o múltiples ritmos y estos tomarán en la traducción otra forma y el poema se convierte en un nuevo objeto verbal."

Hay sin embargo diferentes tipos de traducción. Una es la ya mencionada de Nicanor Parra quien trabajó con unas versiones literales en español de esos poetas rusos. Otro tipo de traducción, y es la que yo adopté, pero que no fue traducción desde el ruso -lengua que ni leo ni hablo- sino de una versión en inglés la cual Marco Antonio Campos señala también que "...ésa es una práctica bastante común". Es decir, traducir desde una segunda lengua.

Pero yo agregaría otro elemento que es la fortuna de traducir a un poeta cuando el poeta que se traduce está vivo, como Yevstushenko en este caso. Y no sólo eso, sino que se pueda trabajar conjuntamente y personalmente con él. Y aún más, lo ideal fue que Yevstushenko en este caso, lee muy bien el español y pudo revisar atentamente mis traducciones para sentir o no que la versión traducida en cierta manera captaba el corazón de sus propios poemas escritos originalmente en su lengua rusa.

Hay que agregar que el traductor traduce también por cercanías poéticas y porque aquel otro imaginario, del poeta que se traduce, se conecta de alguna manera con el imaginario del lector-traductor.

Pero como ya decíamos más arriba, ningún traductor de poesía puede traducir a cualquier poeta si no existe primero, y fundamentalmente, una atracción por aquel imaginario poético que nos deleita personalmente, y que quizás al traductor-poeta le hubiera gustado poseer para sí mismo o sí misma. O simplemente porque existe una conexión instintiva con el otro imaginario del poeta que se traduce.

Y, finalmente, como Marco Antonio Campos escribió en su trabajo ya mencionado: "...en toda traducción de poemas lo que importa es que las lenguas se hablen y todos podamos comunicarnos y entendernos por la palabra oral o escrita".

Ojalá que la traducción de este libro haya captado el corazón de los originales de Yevstushenko, es decir, lo que Gonzalo Arango, poeta colombiano, dijera: "la poesía de Yevtushenko es un saco lleno de balas y de besos". O lo que yo diría también: "una poesía de amor y de combate que sigue manteniendo la frescura y su poder como cuando el poeta a sus 19 año, en 1952, publicó su primer libro".

*Javier Campos. Presentación leída en el VI Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, sesión especial del lanzamiento internacional del libro traducido al castellano por Javier Campos, Caminando sobre el tejado (20 nuevos poemas) del poeta ruso Yevgueni Yevstushenko con la presencia también del propio Yevstushenko.